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Injerencias del contexto político en la Escuela de Psicología de la UNC (1973-76)

5.4. Armas y enfrentamientos

            Todos los entrevistados coincidieron en que durante el período abordado existía un clima de violencia política latente, tanto en la carrera de Psicología como en las demás escuelas de la Facultad de Filosofía y la UNC en general. No obstante, exhiben matices. Algunos recuerdan que entraba gente armada a las aulas, otros dicen que sólo vieron personas encapuchadas, y otros aseguran no haber visto ninguna situación de esas características. Cabría concluir entonces que, efectivamente, hubo militantes de organizaciones armadas que ingresaban a las clases pero lo hicieron con muy escasa frecuencia y nunca utilizaron las armas como elemento de intimidación directa. 

            Alberto Colaski señala que "había gente que entraba a las clases para 'hablar en nombre del combatiente' del ERP, de Montoneros, o de algún otro grupo, pero armados no: que yo recuerde, nunca". Lo que sí admite Colaski es la presencia de militantes que ingresaban encapuchados para evitar ser identificados, quizá porque temían represalias por parte de las autoridades universitarias o de las fuerzas represivas.

             Edgardo Pérez, en tanto, recuerda que cuando él ingresó a la carrera de Psicología en 1973 "entraba gente encapuchada y portando armas a las aulas" para cuestionar, por ejemplo, la realización de actividades mientras se realizaba algún acto en homenaje a figuras importantes para determinados grupos políticos. Carmen Stábile ratifica que "a veces ingresaban grupos armados a las clases y llamaban a participar, pero cada uno decidía si hacerlo o no: no es que a alguien le podía pasar algo por no intervenir". De todos modos, recuerda que esas situaciones eran "complicadas y quizá también peligrosas" y le provocaban "bastante temor".

            Cosacov, por su parte, dice: "No sé si era común que anduviera gente armada en la Facultad, pero no era sorprendente como lo sería ahora. Era esperable. El ERP seguro que estaba armado, pero no su sector político, que era el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Lo mismo sucedía con Montoneros: andaban armados, pero no así su parte política, que pertenecía a la Juventud Peronista. Todas esas formaciones tenían un sector 'militar' y un sector político: el primero estaba armado, necesariamente; e imagino que el otro sólo llegó a armarse en situaciones excepcionales". De todos modos, Cosacov recalca que "nunca llegó a haber violencia extrema en la carrera: había peleas pero no con armas de fuego ni nada de eso". Y acerca de su propia postura en ese contexto, dice: "Yo no podía avalar las acciones de grupos armados que no habían agotado la vía institucional".

            Mocchiutti confirma que "sí, había inscriptos que concurrían armados: eran del ERP y grupos semejantes. Iban a encontrar adeptos, dejaban revistas y escritos varios, y a veces intentaban interferir en las clases, pero no argumentaban nada: sólo enunciaban frases hechas y no podían fundamentarlas. Eran pocos y generalmente se quedaban en el fondo del aula. Los mismos estudiantes los hacían callar". También Mirotti recuerda que, cuando él fue decano, solían avisarle que habían entrado "unos tipos armados a alguna clase, pero para entonces ya se habían ido y no tenía sentido salir a correrlos" ([1]).

            Gómez, por su parte, subraya que la utilización de armas "no fue una actitud masiva" y si bien señala que varios militantes del PRT participaron en hechos violentos como la agresión contra la profesora Fogliatto, "nunca hubo una formación militar en la carrera de Psicología".

            Martínez, en tanto, coincide en que el ingreso a las aulas por parte de grupos armados, como Montoneros y ERP, "no eran frecuentes sino que se daban cada tanto". Supone además que esos militantes no eran alumnos, pero dice que en realidad no lo sabe a ciencia cierta, porque nunca les vio la cara: "Venían por ejemplo los del ERP, encapuchados y armados, tipo comando, y tomaban algún aula donde se estaba dando clase. Hacían sus arengas, pedían ayuda económica y se retiraban cuando alguien les avisaba que estaba llegando la Policía Federal. No nos apuntaban ni nada por el estilo sino que solamente planteaban sus ideas y pedían colaboración: pasaban la gorra y después se retiraban. Tampoco venían con la idea de llevarse a alguien... Después llegaba la policía y nos 'maltrataba' durante tres horas con todo tipo de interrogatorios. Recuerdo una vez que éramos como 300 en el aula, en el pabellón Francia: la Federal instaló un escritorio afuera y nos hizo salir de a uno para pedirnos los documentos y las libretas universitarias y preguntarnos si conocíamos o si habíamos visto las caras de los del ERP".

 

            Varios de los entrevistados recalcaron que la portación de armas no era exclusiva de las organizaciones guerrilleras ni respondía sólo al intento de amedrentar o impactar al alumnado de determinadas cátedras, sino que también era un recurso al que apelaban algunos militantes estudiantiles ante la eventualidad de tener que enfrentarse con alumnos de otras agrupaciones.

 

            Cristina Vera afirma que la efervescencia de la primera mitad de los 70 se caracterizó por los "enfrentamientos entre distintos grupos" de la propia universidad, a diferencia de la ebullición de los 60, que se enfocaba principalmente en cuestionar al gobierno. Dice además que "la situación fue especialmente problemática durante la presidencia de Héctor Cámpora (1973) y en el período de Isabel Perón (1974-76)". También aclara que los embates "eran de un lado y del otro: no se puede cargar las tintas sobre un solo sector".

 

            Agrega Martínez: "Había disputas de espacio, de poder y especialmente ideológicas. Los conflictos solían resolverse a las trompadas, a los sillazos o tirando botellas de vidrio: había enfrentamientos fuertes". Cosacov relativiza esa afirmación. Asegura que "nunca llegó a haber violencia extrema" en la carrera de Psicología: "había peleas pero no con armas de fuego ni nada de eso".

 

            Angélica Dávila precisa que "una vez, una de las agrupaciones peronistas fue con cadenas a una asamblea interuniversitaria en el comedor, porque sus militantes decían que la izquierda estaba armada". Sobre este punto, Raúl Gómez aclara que los militantes de izquierda justificaban el uso de armas con el concepto de "autodefensa": decían que estaban habilitados a reaccionar ante alguna agresión violenta. Su razonamiento era: 'Si van a venir a romperme la cabeza, dejame tener algo para defenderme'. De todos modos, recalca que la utilización de cadenas y elementos similares "no fue una actitud masiva".

 

            Por entonces, el Centro de Estudiantes estaba en manos de la Corriente de Izquierda Universitaria (CIU), que respondía al Partido Comunista Revolucionario (PCR), de orientación maoísta, que a la vez llegó a respaldar al gobierno de Isabel Perón. En ese momento, el Centro tenía como principales oponentes a dos sectores: por un lado, a la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y a otros grupos afines a Montoneros que, según Colaski, "se caracterizaban por una práctica militarista que se traducía en el quehacer diario"; por el otro, a las agrupaciones ligadas al PC tradicional que respaldaban al "imperialismo soviético" y daban lugar al "avance de la URSS sobre la realidad argentina y su penetración dentro de la estructura socioeconómica y política de nuestro país".


            Ese clima de violencia más o menos explícita aparece reflejado en dos artículos muy breves publicados en septiembre y octubre de 1975 en La Voz del Interior. La primera nota, del 29 de septiembre, dice: "La Facultad de Filosofía y Humanidades fue cerrada ayer por grupos pertenecientes a otras Facultades, los cuales organizaron desmanes que impidieron el normal desenvolvimiento de la cátedra docente-administrativa". El mismo artículo cita a un comunicado estudiantil que denunciaba "la presencia permanente de personas armadas y la imposibilidad de los estudiantes y la docencia de expresarse en libertad" (La Voz del Interior, 1975a). El segundo artículo, del 7 de octubre de 1975, es una "nota de repudio" firmada por "Estudiantes No Agrupados”, que da cuenta de "un espectáculo digno del más clásico estilo patotero, en el que compañeros del Centro de Estudiantes se encontraban vendiendo apuntes de diferentes materias y fueron sorprendidos por varios individuos, que los agredieron con elementos contundentes y luego procedieron a quemarles los apuntes".

            "Si en nuestra Facultad existen grupos con ideas políticas diferentes, el modo de resolverlas no es mediante patoterismo sino mediante el diálogo de construcción y la participación democrática de todo el estudiantado", expresaba el comunicado (La Voz del Interior, 1975b).

            No queda claro en ninguno de los dos textos si los grupos violentos estaban compuestos por estudiantes o por personas pertenecientes a algunas de las organizaciones parapoliciales de intenso accionar en los años previos al Proceso.

 

 

Referencias

[1]   Mirotti también relata un caso puntual de grave violencia política, que no ocurrió durante el período aquí abordado, sino uno o dos años antes, y no tuvo lugar en la Escuela de Psicología sino en sus inmediaciones: "Me llamaron por teléfono a mi casa para decirme que se habían escuchado disparos en la Facultad. Fui enseguida y me encontré con una persona fallecida y con otra muy grave, que murió después. Eran policías jubilados que estaban como personal de seguridad y habían sido baleados por un estudiante de Medicina, perteneciente al ERP, para quitarles las pistolas. Fue la única vez que sucedió algo así mientras yo estuve como decano. Si pasó otras veces, no lo sé".

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