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"En mi cátedra no se metieron nunca:

lo que hizo el gobierno no nos llegó a nosotros"

    Miguel Mirotti nació en Villa María en 1935. Comenzó a estudiar Psicología en 1956, el mismo año de fundación de la Escuela de Psicología y Pedagogía en la UNC. Dos años después, al crearse específicamente la carrera de Psicología, él optó por la orientación Pedagógica. No obstante, siempre se dedicó a la psicología y particularmente al test de Rorschach. Obtuvo su licenciatura en 1960. Fue profesor titular de la cátedra Técnicas Proyectivas de la carrera de Psicología de la UNC en los períodos 1964-1970 y 1994-2002. Dictó esa misma materia en la Universidad Católica entre 1963 y 1967. En 1970 fue nombrado decano de la Facultad de Filosofía de la UNC y ejerció ese cargo hasta mayo de 1972. Ese mismo año fue a realizar estudios a Alemania: volvió en 1974 y se reincorporó a la cátedra Técnicas Proyectivas. Dos años después, el 30 de abril de 1976, fue cesanteado junto a otros 10 docentes de la Facultad de Filosofía. Fue reincorporado en mayo de 1985 a través de la resolución decanal 308/85, que dispuso el reingreso de más de un centenar de docentes que habían sido cesanteados a partir de 1974. Esta entrevista fue realizada el 9 de agosto de 2016 en el domicilio de Mirotti, calle Ayacucho al 2400 de la ciudad de Córdoba.

 

 

- En 1974, el interventor de Córdoba manifestó su voluntad de efectuar una "limpieza ideológica" en las instituciones de la provincia. ¿Tuvo efectos ese anuncio en la vida cotidiana de la carrera de Psicología?

 

- En mi materia [Técnicas Proyectivas] no se metieron nunca. Lo que hizo el gobierno [del interventor Raúl Lacabanne] no nos llegó a nosotros. Una sola vez un señor me dijo que quería que una mujer, no sé si era su esposa o su hija, ingresara a la cátedra: yo le contesté que no había problema pero que para eso debía rendir un concurso. Me dijo que él tenía cómo hacerla entrar y, efectivamente, la chica fue incorporada al equipo. Resultó ser macanuda, muy buena, muy adaptada: daba gusto trabajar con ella. Creo que no estaba al tanto de los manejos del marido y yo nunca le hice alusión a eso. No quise molestarla y no me pareció que se justificara. Fue la única vez que tuvimos cierta presión... También recuerdo que para esa fecha habían puesto a un peronista a muerte como director de la Escuela de Psicología, pero no sé qué incidencia tuvo en la carrera. Me parece que ninguna de esas cosas [vinculadas al gobierno] intervino en el plan de estudios, aunque quizá pudieron haber influido en algunos contenidos.

 

 

- Se identifica a los años 70 como una época de gran movilización estudiantil. ¿Eso se notaba en esta carrera?

 

- Nuestra Facultad no estaba convulsionada ni nada por el estilo. Era como cualquier otra: había ciertas posturas ideológicas, movilización y exigencias. Eso existió siempre, y es lógico que haya sido así. Nadie tenía que asustarse ni alarmarse por eso. Al contrario: creo que lo preocupante sería que los jóvenes estuvieran quietos y no hicieran nada. Cuando fui decano soporté varias tomas del Pabellón Residencial por parte de estudiantes que iban a exigir la expulsión de tal profesor o a quejarse por alguna materia: con esa gente tuve experiencias muy desagradables. Una vez fueron a pedir no recuerdo qué cosa sobre un examen de inglés. No acepté: les dije que ese reclamo no estaba en el reglamento y entonces me mostraron un montón de firmas que supuestamente respaldaban el pedido. Después, otros alumnos me informaron que la primera hoja, donde estaba el reclamo, había sido cambiada: no decía lo mismo que el texto firmado por la mayoría de los estudiantes... También en esos años tuve problemas con algunos militantes de izquierda, aunque nunca llegamos a enfrentamientos personales. Tomaban el decanato, me exigían alguna cosa y después venían cuatro o cinco de ellos a tomar un café conmigo en la oficina. Yo intentaba explicarles que algunas cosas se podían hacer pero que otras no estaban a mi alcance. Quizá fue justamente por dialogar mucho con la gente de izquierda que después los militares me echaron. Me despidieron el día de mi cumpleaños: el 30 de abril de 1976, un mes después del golpe del 24 de marzo. En ese momento yo no tenía otra actividad, porque [en 1970] había abandonado el consultorio para hacerme cargo del decanato y después [en 1972] me había ido a Alemania. Me quedé sin un peso y sin obra social, justo cuando mi señora estaba embarazada. Fueron tiempos duros ([1]).

 

 

- Otros entrevistados han dicho que en los 70 había una gran "mayoría silenciosa" en la carrera de Psicología y en la Universidad en general. ¿Qué piensa sobre eso? ([2]).

 

- Cuando yo fui decano, la Facultad tenía varios miles de alumnos pero los que tomaban el decanato no alcanzaban a llenar el hall del pabellón Residencial. Después tuvieron cada vez menos gente y al final dejaron de ir, porque no tenían número. A la mayoría de los estudiantes nunca le importó ese tipo de cosas: tal vez estuvieran de acuerdo con determinadas posturas pero no con las acciones "reivindicativas". Querían estudiar tranquilos y que los dejaran de molestar. Recuerdo que una vez fui a una asamblea estudiantil en el pabellón Francia, para ver qué decían. Había 10 tipos que daban discursos pero no los escuchaba nadie: los alumnos leían, charlaban, fumaban y algunos incluso se escapaban por la ventana. No es que no compartieran lo que se decía sino que directamente no les importaba. La inmensa mayoría de los estudiantes no estaban politizados.

 

          

- ¿Entraba gente armada a las clases?

          

- Una vez, un día feriado de noviembre, me llamaron por teléfono a mi casa para decirme que se habían escuchado disparos en la Facultad. Fui enseguida y me encontré con dos policías muertos; en realidad, uno había fallecido y el otro murió después. Eran policías jubilados que estaban como personal de seguridad y habían sido baleados por un estudiante de Medicina, perteneciente al ERP, para quitarles las pistolas. Fue la única vez que sucedió algo así mientras yo estuve como decano. Si pasó otras veces, no lo sé. Por ahí alguien venía a decirme que habían entrado unos tipos armados a alguna clase, pero para entonces ya se habían ido y no tenía sentido que yo saliera a correrlos.

 

 

- ¿Por qué razón lo despidieron luego del Golpe de Estado?

 

- Eso mismo quise saber yo y fui a hablar con el oficial que estaba a cargo del decanato [el mayor Ricardo Romero, interventor militar de la Facultad de Filosofía de la UNC desde abril 1976 a febrero 1977]. Le pregunté por qué me habían dejado cesante y le dije que no lo consideraba justo. Me contestó que yo había hablado frecuentemente con los estudiantes que tomaban el decanato: le respondí que si yo hubiera tenido guardias con fusiles en la puerta y el arma sobre el escritorio como él, a lo mejor me hubiera hecho el malo; pero no podía hacer mucho porque solamente tenía mi palabra. Para esa fecha me hablaron desde Alemania, diciéndome que tenían un trabajo para mí y que fuera enseguida [en vista de la situación en Argentina]. Me pareció excesivo: pensé que mi despido era solamente una sanción personal y que el gobierno militar iba a ser como los anteriores: que no iba a pasar nada. Si hubiera estado asustado, a lo mejor me habría ido Alemania. Pero me quedé y, de hecho, no me molestaron nunca. Meses después, el hermano de [el profesor Teodoro] Isaac vino a nuestro consultorio, frente al hospital Privado: me dijo que él necesitaba ir hasta la casa de Luciano Benjamín Menéndez ([3]) y me preguntó si yo lo podía llevar en el auto. Le dije que sí y fuimos ([4]). Cuando llegamos me pidió que me bajara: yo no quería pero me insistió y bajé. No tengo idea qué pudo haber conversado él con Menéndez: solamente sé que al final le habló de mi despido en la Facultad y le dijo que yo no estaba "en ninguna cosa rara". Menéndez le contestó que iba a averiguar cómo era el tema y me pidió que lo hablara por teléfono el 24 de diciembre [de 1976] a las 9 de la mañana. Lo llamé ese día: me atendió la esposa y me dijo que él se estaba bañando pero que enseguida iba a hablar conmigo. Le dije que podía llamar más tarde u otro día, pero me respondió que no, que lo esperara. Y al minuto me atendió Menéndez. Me dijo que no me preocupara: que no había ningún antecedente para incriminarme ni para considerarme "peligroso", y que quizá lo mío había tenido que ver con una cuestión personal dentro de la Facultad. Eso confirmó lo que yo ya sospechaba.

 

 

- ¿Pero usted no fue reincorporado?

 

- No no. Tampoco hice ningún intento de reincorporación. No habría ido a hablar con Menéndez si no me hubieran llevado: no me interesó. Además no me gustaba cómo se estaba manejando la Facultad. No tenía nada de ganas de volver en esas condiciones. Estuve afuera hasta 1985.

 

 

- Se "derechizó" la carrera a partir de 1974?

 

- No conozco tanto esa etapa porque yo recién volvía de Alemania, pero es posible que haya sido así, por la dependencia de la Facultad respecto al poder político.

 

 

- Otros entrevistados han dicho que por entonces existía en la carrera una reacción contra todo lo que fuera norteamericano. ¿Que recuerda sobre eso?

 

- Nunca supe que hubiera alguna objeción por el origen o la nacionalidad de los saberes. Quizá hubo en otras cátedras y yo no me enteré. Pero a fin de cuentas, la tecnología psicológica, los libros y las investigaciones venían de Norteamérica o de Europa. Todos los tests que conocemos han sido desarrollados allá: el Szondi y el Rorschach en Suiza, el Phillipson en Inglaterra, y el de Murray y el T.A.T. [Test de Apercepción Temática] en Estados Unidos. También el artículo de [Lawrence] Frank, que es el centro de la teoría psicológica de la proyección, fue publicado en una revista norteamericana ([5]). Varios de los profesores de nuestra Facultad, como Hermelinda Fogliatto y Matilde Kejner, se habían formado en Norteamérica. Y Horacio Rimoldi, el profesor con quien había estudiado Fogliatto, daba clases en Estados Unidos, y también acá como invitado ([6]).

 

 

- Aparentemente, el cuestionamiento estaba dirigido hacia las materias psicométricas, metodológicas y conductistas.

 

- No, no pudo haber sido. Si cuestionabas la técnica norteamericana te quedabas sin nada. ¿Qué test de inteligencia hay acá, además del Raven ([7]) y del test de dominó de Anstey? ([8]) No hay ninguno. Si hubiéramos desarrollado nuestra propia tecnología, tendríamos cierta autonomía y podríamos ponernos a criticar. Pero la realidad es que vivimos colgados de Europa y Estados Unidos a nivel tecnológico.

 

 

- Otros profesores han dicho que en esa época les reprochaban continuamente el hecho de "mezclar psicología con números".

 

- A mí tampoco me gustan las posiciones americanas que se apoyan demasiado en la técnica y se han olvidado de aspectos más humanos. Pero son las que han tenido éxito a través del tiempo. De todos modos, hay autores estadounidenses más humanistas, que abren un poco el panorama. Tal vez sus teorías no se han enseñado acá porque implican que el docente esté embebido de toda una actitud. Los números, en cambio, son cosas concretas y fáciles de transmitir. Igualmente juegan un rol muy importante porque dan base de validez a muchas teorías. La investigación psicológica se hace en gran medida con operaciones matemáticas.

 

 

- ¿Usted dice entonces que la psicometría y la metodología no eran tan resistidas en esos años?

 

- La resistencia estaba un poco en el hecho de que quienes enseñaban números, sobre todo Murat y Fogliatto, no hacían buenas migas con los estudiantes. Eran resistidos principalmente por sus características personales. Fogliatto era palabra autorizada pero no tenía la misma solidez de Murat y ofrecía muchos flancos débiles desde el punto de vista personal. No era alguien con quien se pudiera charlar cómodamente. Murat era muy adusto, muy serio, de muy pocas palabras, pero muy respetado por su saber. De todas maneras, a los alumnos no les importaba tanto la formación de los docentes sino más bien el modo en que dictaban sus clases. Rechazaban al profesor y también lo que el profesor enseñaba: tiraban el agua de la bañera con el chico adentro.

 

 

- ¿Conoce el episodio de la agresión a Fogliatto por parte de estudiantes?

          

- Sé que alguna vez la rodearon, cuestionándola o cosa parecida, y no la dejaron salir del aula, exigiéndole que renunciara. No se adónde pudo haber llegado ese asunto: si hubiera sido muy extremo, yo me habría enterado. Antes de ese episodio, cuando yo era decano, me plantearon la posibilidad de expulsarla, pero ella había ganado su cargo por concurso, además de tener varios títulos y muchos antecedentes. Nunca tuve buena relación con ella y con gusto la hubiera reemplazado, pero eso no era posible.

 

 

- Otros entrevistados han dicho que antes del Golpe existían básicamente dos orientaciones teóricas en esta carrera: por un lado la psicometría y el conductismo; y por el otro, una vertiente vinculada a la filosofía, el tomismo, la escolástica. ¿Esta de acuerdo con esa clasificación? ([9]).

 

- No, no. ¿Quién dijo eso? Si uno le dice la palabra 'escolástica' a un psicólogo, no sabe de lo que se está hablando.

 

 

- Es que en esos años había varios docentes que no eran psicólogos, y algunos que sí lo eran pero tenían orientación filosófica: por ejemplo, Juan Mocchiutti ([10])

 

- Es cierto que Mocchiutti conocía de escolástica y posiblemente hacía referencia a esos temas en su cátedra, Historia de la Psicología. Pero lo que predominaba acá era el psicoanálisis: había una impregnación de conceptos freudianos, que eran los únicos que tenían algún desarrollo en ese momento. El psicoanálisis estaba presente en todo, aunque muchas veces se combinaba con otras corrientes. Por ejemplo, [Jorge] Saurí hacía un psicoanálisis medio tonalizado con cierta cosa existencial ([11]); y Nuria Cortada se inclinaba más hacia la psicología infantil ([12]). Varios interesados en psicoanálisis se fueron a estudiar a Buenos Aires, después volvieron y transmitieron sus conocimientos. A su vez, en Buenos Aires se había formado un grupo de psicoanalistas muy importantes, entre los que estaban Raúl Usandivaras, Marie Langer y Jorge García Badaracco. Los tres estuvieron acá dando cursos: tenían gran prestigio y un conocimiento psicoanalítico indiscutible ([13]). También estaba la parte psicométrica, de investigación, y no mucho más que eso. No siquiera había libros: había que importarlos. Recién después empezaron a llegar.

 

- Hay quienes dicen que Murat y Fogliatto eran muy importantes en la carrera: tenían autoridad y por lo tanto tendían también a imponer su orientación ([14]).

 

- Sí, pero eso era sólo en su área. Ellos no tenían absolutamente ninguna incidencia sobre nuestra cátedra. Nosotros sólo teníamos en cuenta los conocimientos [psicométricos] para poder leer las estadísticas con las cuales se habían investigado los tests proyectivos. Pero no aplicábamos sus conceptos ni mucho menos, y creo que tampoco lo hacían en otras materias. Supongo que hoy los usaría un poco más, porque predomina más la modalidad americana, que tiene muy en cuenta a la matemática.

 

 

- El psicólogo Enrique Saforcada ha escrito que Murat le entregó una lista de docentes "subversivos" al interventor militar de la carrera en 1976. ¿Le parece posible?.

 

- Me parece difícil. Puede ser que Murat haya hecho referencia a algún caso extremo, si es que había alguno en ese entonces, pero no creo que haya entregado ninguna lista. Yo dudaría mucho: él no andaba con los militares, ni con nosotros, ni con nadie. De todas maneras, supongo que estuvo bien si señaló a gente como Braunstein ([15]) o Iván Baigorria, teniendo en cuenta que ellos no se habían posicionado en sus cátedras por medios muy lícitos. Respecto a Saforcada, éramos compañeros de curso y hablábamos algunas veces, pero nunca hice amistad con él. No tengo idea cómo habrán sido sus problemas con Murat, pero yo pondría en duda lo que afirma sobre ese tipo de cosas. En duda, no en negación.

 

 

- ¿Murat tenía alguna afinidad con los militares, considerando que él fue el primer director de la Escuela de Psicología después del Golpe?

 

- No sé. Lo que no me parece es que él haya querido asumir voluntariamente la dirección de la carrera. Él no estaba en ese tipo de cosas: se preocupaba por sus investigaciones y también tenía afición por los panales y las abejas... Nunca anduvo en nada que implicara salirse de sus temas: no le importaba ni le gustaba. No era alguien que ambicionara ser director de la escuela para imponer su orientación o por algún otro motivo. De eso estoy seguro. Era alguien encerrado en lo suyo. Es posible que lo hayan forzado a tomar la dirección porque quizá los militares lo consideraban capaz de organizar la burocracia normal de la carrera.

 

 

- ¿Usted dice que los concursos y los ingresos de profesores eran forzados en 1973-76?

 

- Era fácil que los tribunales cedieran un poco frente a las presiones, sabiendo que podían tener problemas si reprobaban a alguien que tenía el apoyo de grupos estudiantiles. El concurso de [Guillermo] Beato, por ejemplo, se hizo de esa manera: había un montón de gente ahí respaldándolo. No sé si hubiera sido elegido en otras condiciones: a lo mejor sí ([16]). En otros concursos, en cambio, estaba sólo el profesor que rendía, los miembros del tribunal y nadie más. La Facultad siempre ha estado politizada, pero no en el sentido de ideologías puras sino del interés por obtener alguna ventaja.

 

 

- ¿Conoció a Gabriel Pautasso?

 

- Me suena el nombre. Lo debo haber escuchado alguna vez pero no más que eso.

 

 

- ¿Supo usted de acciones de infiltración de personas del poder político en las actividades de la Facultad?

 

- Eso sería bastante lógico, considerando el estado bastante policial y militar que se vivía en ese entonces, con la Triple A de un lado y los Montoneros del otro.

 

- ¿Le parece que alguna acción de ese tipo pudo haber influido en su despido?

 

- Me inclino más a pensar que lo mío fue una cuestión personal. Posiblemente alguno de los profesores o alguien del Consejo Directivo quiso darme una sanción o una lección o algo parecido. Debo aclarar que esa gente no necesitaba disfrazarse: yo sabía muy bien qué pensaban y tenía en claro que mis ideas eran opuesta a las de ellos. [Alberto] Caturelli, por ejemplo, tenía una posición muy clara y definida: siempre fue consecuente y eso es respetable. De todos modos, nunca anduve preguntando por qué me habían echado. No me interesó. En ese momento, alguien me recomendó que me escondiera y que no hiciera ninguna actividad pública, así se olvidaban de mí. Eso hice: me dediqué a trabajar en el consultorio y me fue bien. No salí a reivindicar nada. Me pareció un consejo sensato.

 

 

- ¿No lo rebeló el hecho de haber sido echado de la Facultad sin motivo valedero?

 

- Pero no me importó. Ni siquiera tuve tiempo de preocuparme por eso, porque debía ver cómo superaba las dificultades diarias. Me ayudaron algunos amigos y al poco tiempo ya estaba trabajando a full: me felicitaba a mí mismo de haber dejado la Facultad. Me olvidé de lo ocurrido y dejó de interesarme lo que pasaba en la carrera. Volví en 1985, en lo que fue una especie de reivindicación, pero la carrera ya era otra cosa. Igual, nunca tuve problemas con nadie y seguí en mi cátedra hasta jubilarme en 2002.

 

 

- El historiador Sanz Ferramola sostiene que hasta 1983 hubo en Argentina "una psicología perseguida y una psicología perseguidora". ¿Está de acuerdo con la idea de que había psicólogos que perseguían a otros?

 

- Discusiones hubo siempre, y en algunos casos discusiones fuertes, pero no sé si se puede hablar de persecución. No era nada extraño que algún docente tratar de impedir que otro [de distinta orientación] ingresara en su cátedra. Era lógico. Así como a mí no me gustaba Braunstein porque me parecía que otros docentes sabían más que él, Braunstein no me hubiera aceptado a mí en su cátedra... Un caso extremo es el de la Universidad de Rosario, donde los freudianos y los kleinianos tenían dos salas de profesores distintas, porque no se podían ni ver. Quizá también en Córdoba había tipos muy apasionados, muy sectarios, que pudieron haber adoptado esas actitudes [persecutorias].

 

- ¿Cuáles fueron, en su opinión, las grandes orientaciones de la carrera de Psicología desde fines de los 60 hasta fin de siglo?

 

- Fue importante la parte psicométrica y también las diversas variantes del psicoanálisis. Pero no sabría decir si hubo corrientes que llegaron a impregnar la carrera. Lo que sí hubo son modas: alguien podía ser freudiano, después kleiniano y después lacaniano.

 

 

- ¿Le parece que podría haber vinculación entre esas modas y el contexto político de cada época?

 

- No, creo que no. Las modas vienen y pasan sólo como modas. Aparece algo nuevo y alguien intenta aplicarlo, enseñarlo y asombrar a los alumnos. En Psicología, a veces algo que viene escrito en inglés o francés es inmediatamente aceptado.

 

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Miguel Mirotti / Textual

           

            * "Cuando llegué a la Facultad [a fines de los años 50] me entusiasmé un poco con la izquierda, pero después vi las cosas que hacían y me di cuenta de que eran bastante macaneadores. Utilizaban la ideología para beneficiarse y no les importaba nada más. Yo he visto a militantes de izquierda ingresando como empleados de la Facultad al día siguiente de recibirse porque habían hecho algún arreglo con el decano de entonces".

 

            * "Braunstein era alguien que aprovechaba eventualmente la izquierda para tratar de promoverse y conseguir cosas. Yo tuve problemas con él y con su señora [Frida Saal]. Querían a toda costa entrar a una cátedra [Introducción a la Psicología], pero perdieron el concurso: les ganó alguien que era mucho mejor que ellos. Entonces hicieron lío: salieron a decir que habían perdido por cuestiones políticas y llegaron a tomar el decanato. Después se fueron a México, pero ni la Facultad ni el país perdieron nada por eso".

 

            * "Guillermo Beato [decano de la Facultad desde junio a noviembre de 1973] utilizaba a la ideología como modo de presión, y había tribunales sensibles a ese tipo de cosas, para no tener problemas".

 

            * "Iván Baigorria daba la cátedra de Antropología. Hablaba de la 'Antropología Latinoamericana' y enseñaba algunos cantitos centroamericanos de autores que todavía hoy son conocidos: 'Ojalá que llueva café en el campo...' y cosas así. Era una cosa fácil: un 'macaneo' que no tenía sentido. La antropología es algo bastante más serio y complicado que eso" ([17]). Recuerdo que Baigorria y sus secuaces les hicieron la vida imposible al titular de Antropología, [Abraham] Waisman, un hombre de un saber extraordinario, de una cultura vastísima, que había hecho una excelente traducción de 'La Divina Comedia'. Tuvo tantos problemas en esos momentos que se le perforó una úlcera y falleció. Fue una pérdida muy importante para la Facultad".

 

            "Baigorria y algunos otros les 'calentaron la cabeza' a los alumnos y se mandaron a mudar a México cuando vieron que la mano venía pesada, dejando a los chicos que enfrentaran a la Triple A y al gobierno militar. Al parecer la pasaron bien allá. No sé cuáles son los méritos académicos de Baigorria para que se le impusiera su nombre a la sala de lectura de la biblioteca de la Facultad".

 

            * "En psicología surgen modas. Cuando llegó la moda del Test de Relaciones Objetales, de Melanie Klein, todo el mundo tenía que ser kleiniano: en los años 60 no había otra cosa. Después llegó la Gestalt y mucha gente se fue para ese lado, sin saber muy bien por qué".

 

            * "El psicoanálisis 'macanea' bastante: cualquier cosa que diga el paciente puede atribuirse al inconsciente, y como ni vos ni yo conocemos al inconsciente, ahí podemos meter lo que sea... De todas maneras se ha impuesto como una especie de religión para mucha gente. El paciente puede salir chiflado pero se considera curado porque tuvo cinco años de análisis: le explican la chifladura pero él sigue tan chiflado y molestando a los demás como siempre. He conocido muchos casos de psicoanalizados pero nunca he visto a nadie curado por el psicoanálisis".

 

            * "Las carreras de psicología nacidas a fines de los 50 y principios de los 60 surgieron de docentes que bebían de fuentes psicoanalíticas e inexorablemente trasladaban su conocimiento y su experiencia a lo que enseñaban. En Córdoba tuvieron algunas resistencias, ya que también se le daba cierta importancia a la psicometría. Eso está muy bien, porque la investigación matemática es fundamental en psicología y no estaba suficientemente desarrollada en Argentina".

            * "En las cátedras siempre ha habido toda clase de conflictos: el ayudante quería pasar a jefe de prácticos, el jefe de prácticos a adjunto, y así. En nuestro caso, logramos conformar un grupo aislado del resto de la Facultad y muy coherente dentro de sí mismo. Tal es así que seguimos reuniéndonos una o dos veces por año, pese a que yo me jubilé hace 15".


Referencias

[1]   Mirotti se desempeñó hasta entonces como profesor titular de la cátedra Técnicas Proyectivas. Fue cesanteado el 30 de abril de 1976 (Legajo 7.345) junto a una decena de docentes de las Escuelas de Artes, Letras, Filosofía y Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía. Lo reincorporaron el 21 de mayo de 1985 a través de la resolución decanal 308/85, que dispuso también el reingreso de más de un centenar de docentes que habían sido cesanteados a partir de 1974 (Facultad de Filosofía UNC, 2014).

 

[2]   Según Livio Grasso, "la movilización era protagonizada por poca gente que interrumpía las clases y tomaba Facultades, mientras el resto toleraba todo eso de mala gana". Cosacov, en tanto, sostiene que "gran parte de los estudiantes conformaba una mayoría silenciosa que no tenía una postura [político-ideológica] definida".

[3]   En ese momento, Menéndez era Comandante del Tercer Cuerpo del Ejército: lo fue desde septiembre de 1975 hasta septiembre de 1979. Tenía jurisdicción sobre las provincias de Córdoba, Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, San Luis, Córdoba, Santiago del Estero y Tucumán. Fue responsable de todos los centros clandestinos de detención que funcionaron en esos territorios, incluido 'La Perla', a 15 kilómetros de la ciudad de Córdoba, por donde pasaron más de 2200 personas durante el gobierno militar (desaparecidos.org, 2001).

 

[4]   Menéndez tiene domicilio en calle Ilolay 3269, en el barrio Bajo Palermo, en la zona noroeste de la ciudad de Córdoba (desaparecidos.org, 2001).

 

[5]   En 1939, Frank publicó un artículo que menciona por primera vez la expresión 'técnicas proyectivas" para referirse al conjunto de procedimientos de evaluación psicológica en los cuales la persona "proyecta" sus necesidades y sentimientos internos al manifestar lo que observa en figuras de un contenido poco estructurado. Se supone que esos estímulos tienen mayor probabilidad de revelar facetas importantes de la personalidad que los más estructurados (Sánchez & Pirela, 2006).

 

[6]   En una entrevista realizada en 2001, el propio Rimoldi describió su paso por la carrera de Psicología de la UNC: "En 1957 se me designó profesor titular de Psicología II en la Facultad de Filosofía de la UBA, pero renuncié ese mismo año y fui contratado como profesor extraordinario en la Universidad Nacional de Córdoba. Allí dicté un seminario de 'Psicotecnia y orientación profesional' en la Escuela de Psicología y Pedagogía, creada un año antes, en 1956. Tuve entre mis alumnos a Enrique Saforcada [que luego sería profesor en la UNC y posteriormente decano de la Facultad de Psicología de la UBA]; y a Rosalía Paiva, quien después obtendría su doctorado en Psicología en la Universidad de Loyola, en Chicago" (Oiberman, 2001). Su seminario contemplaba la realización de tareas en varias escuelas de Córdoba que sirvieron para generar distintos tests e iniciar a algunos estudiantes en esa práctica. A pesar de su eficiente desempeño, no se concretaron las gestiones para recontratarlo en 1958 (Ferrero & Altamirano, 2011). Continuó con su trabajo en Estados Unidos hasta 1970. Ese año regresó a Argentina y fundó el Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Psicología Matemática y Experimental (Ciipme) de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA (Revista Latinoamericana de Psicología, 1986). Rimoldi había nacido en Buenos Aires en 1913 y falleció en la misma ciudad en 2006. Obtuvo su doctorado en Medicina en 1938 y su Ph.D. en psicología en la Universidad de Chicago en 1949. En 1955 pasó a la Universidad de Loyola, en Chicago, donde organizó el 'Loyola Psychometric Laboratory' (LPL). "Por allí pasaron mas de 40 investigadores de diversos países. Obtuvimos abundantes subsidios para apoyar la investigación, fundamentalmente en lo relacionado a la metodología psicológica y al estudio de los aspectos cognoscitivos que se dan en la solución de problemas. En esa Universidad dirigí a investigadores prestigiosos, que luego enseñaron en diversos países", recordó en la entrevista de 2001, y mencionó entre sus alumnos destacados a Hermelinda Fogliatto, que luego se desempeñaría como docente en la UNC (Oiberman, 2001).

[7]   John C. Raven (1902-1970) creó su test en 1938 con el objeto de evaluar a un grupo selectivo de oficiales de la Armada de Estados Unidos. La prueba consiste en encontrar la pieza faltante en una serie de figuras: el examinado recibe seis recortes de cartón y debe elegir uno que encaje en sentido horizontal y vertical en un gráfico más grande. El Raven se utiliza para medir la capacidad intelectual y brinda información sobre la claridad del pensamiento; obliga a poner en marcha el razonamiento analógico, la percepción y la capacidad de abstracción (Test de inteligencia, 2016).

 

[8]   Edgar Anstey (1907-1987) elaboró la versión original de su test (D-48) en 1943. El elemento básico de la prueba son fichas de dominó organizadas de distinta manera y siempre con la mitad de una ficha vacía. El sistema lógico varía en cada tarea. La solución no requiere conocimientos matemáticos ni habilidades especiales. El test Anstey se utiliza para medir principalmente la inteligencia no verbal; brinda datos confiables y válidos sobre inteligencia real; es poco influenciado por conocimientos, horizonte cultural y status social del sujeto; permite eliminar diferencias causadas por factores sociales; y se puede aplicar a sujetos con nivel de escolaridad muy bajo (López Angulo, 2005).

 

[9]   En otra entrevista incluida en esta investigación, Raúl Gómez dice que "la orientación filosófica, tomista, metafísica, escolástica, tenía bastante presencia en la Escuela de Psicología en la primera mitad de los 70 y terminó siendo dominante después del Golpe, sobre todo a partir de la reforma del plan de estudios en 1978".

[10]   La tesis doctoral de Mocchiutti, llamada 'Un estudio sobre la imagen paterna y su significación en la conducta religiosa del hombre' (1982) integraba planteamientos filosóficos, como el problema de la dimensión religiosa del hombre, y teorías psicológicas como el psicoanálisis. "Mediante un estudio empírico a partir de la aplicación de pruebas psicológicas y encuestas, y basándose en el concepto de 'Dios Padre' según la religión católica, exploraba la conformación de la imago paterna y su correlación con la imagen de Dios" (Piñeda, 2007).

 

[11]   El psiquiatra Jorge Saurí era "fenomenólogo estructural, con fundamentación husserliana, pero en diálogo con Lacán" (Rovaletti, 1998).

 

[12]   Nuria Cortada de Kohan (1921-2013) egresó en 1941 de la carrera de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, donde trabajó con Horacio Rimoldi en el Instituto de Psicología Experimental. En 1943 participó en la primera estandarización argentina del test de Raven. En 1949 obtuvo un Master of Arts en Psicología Clínica en la Universidad del Estado de Ohio, y en 1952 profundizó sus investigaciones en psicometría en el Hospital Sainte Anne de París. En 1957 participó en la creación de la carrera de Psicología de la UBA. Allí tuvo a su cargo la cátedra de Metodología Estadística hasta 1984. También se desempeñó como Directora del Departamento de Orientación Vocacional de la UBA desde 1958 hasta 1964. A partir de 1961 trabajó como psicóloga clínica en el Hospital Estatal Saint Lawrence de New York. En 1962 regresó a Buenos Aires para continuar con su labor docente y en 1964 viajó nuevamente a Estados Unidos para formarse en el Educational Testing Service de Princeton. Desde 1970 se desempeñó en el Centro de Investigaciones en Psicología Matemática y Experimental (Ciipme) del Conicet, bajo la dirección de Rimoldi. Se jubiló en 1984 pero regresó luego a la docencia y la investigación: en 1992 volvió al Ciipme como Investigadora Principal contratada, y en 1996 fue nombrada asesora en Metodología y Estadística del Instituto de Investigaciones en Psicología. Publicó numerosos artículos y libros sobre psicometría, estadística aplicada, metodología y orientación vocacional (Macbeth, 2013).

 

[13]   Jorge García Badaracco, Raúl Usandivaras y Mimi Langer tuvieron una temprana participación en la carrera de Psicología de la UNC. En 1957, un año después de la creación de la Escuela de Psicología y Pedagogía, Usandivaras y Langer llevaron adelante un Seminario de Psicoterapia de Grupo. Ese mismo año, el primer director de la Escuela de Psicología, Raúl Pierola, les escribió varias cartas a Langer, García Badaracco y varios otros psicoanalistas de Buenos Aires para intentar convencerlos de que vinieran a dictar clases a Córdoba de manera permanente. Entre otros aspectos, les manifestó su preocupación por la falta de docentes de Psicoanálisis, les comentó los beneficios de ser profesores titulares, les organizó los eventuales horarios, les mencionó los próximos concursos, les indicó cuánto cobrarían y les sugirió el dictado de cursillos extras para médicos, que serían pagos y cuyo dinero se distribuiría entre los mismos docentes. Pero recién en el segundo cuatrimestre de 1959 logró organizar un curso de psicoanálisis con los docentes contactados. Al año siguiente, 1960, la asignatura se transformó en cátedra y contó entre sus profesores a Usandivaras, García Reynoso y Arminda Aberastury, entre otros. García Badaracco (fallecido en 2010) y Usandivaras (1924-1994) eran médicos psiquiatras, egresados de la Facultad de Medicina de la UBA, mientras que Marie Langer (1910-1987) se había graduado como médica en la Escuela de Medicina de Viena. A lo largo de sus extensas carreras, los tres realizaron numerosas especializaciones en psicología, y particularmente en psicoanálisis, en diversas ciudades de varios países (Rodríguez & Altamirano, 2010; Ferrero & Altamirano, 2011).

[14]   En su libro 'Introducción a la Psicología', Eduardo Cosacov indica que "Fogliatto y Murat fundaron la llamada 'Escuela de Córdoba' y bajo su influencia se formaron numerosas generaciones de psicólogos entre los que se cuentan Ana María Rovére, Livio Grasso, Silvia Tornimbeni, Ana María Alderete, Josefina Pássera, Cristina Burba y Osvaldo Bertone" (Cosacov, 2010).

 

[15]   Braunstein ya no estaba en el país cuando se produjo el Golpe de Estado de 1976, sino que había emigrado a México en septiembre de 1974, un mes después de la muerte de Perón y el ascenso de Isabel a la presidencia.

 

[16]   Guillermo Beato era doctor en Historia y docente de la Facultad de Filosofía de la UNC. Se exilió en México tras el golpe de Estado de 1966 y volvió al país en 1973. Desde junio a noviembre de ese año se desempeñó como decano la Facultad de Filosofía de la UNC. En 1975 se exilió nuevamente en México. Volvió a Argentina en 1984 y retomó sus cátedras (Valdemarca, 2001: Editorial Océano, 2012).

[17]   El filósofo Horacio Faas (1938-2011) recordó en una entrevista publicada en el sitio web de la Facultad de Filosofía que durante su adolescencia había formado un grupo folklórico con Iván 'Moluche' Baigorria, porque "él era bueno para eso: tocaba la guitarra y se ponía a cantar en las fiestas". Faas también señaló que en 1955 ambos participaron de la Revolución Libertadora que derrocó a Juan Domingo Perón, "pero no en la facción católica, porque viniendo de la democracia progresista y del socialismo, no éramos para nada católicos" (Facultad de Filosofía UNC, 2005). Posteriormente, Baigorria cursó la carrera de Historia en la Facultad de Filosofía y se graduó en 1968 con una tesis sobre 'Cultura y personalidad en una localidad aislada (Laguna Blanca)', dirigida por el arqueólogo Antonio Serrano (Sociedad Argentina de Antropología, 2011). Luego se desempeñó como docente en esa misma carrera y llegó a ser profesor titular de la cátedra de Antropología Cultural, hasta que el 30 de mayo de 1975 fue cesanteado por una resolución del decano Carmelo Felauto (Facultad de Filosofía UNC, 2014). Poco después, su cátedra fue ocupada por Ricardo Costa, quien comenzó a introducir el estudio del sociólogo Pierre Bourdieu en el programa de esa materia (Baranger, 2011). Tras el Golpe de Estado de 1976, Baigorria se exilió en México. Allí, él y su mujer Estela Maldonado conocieron a la psicóloga y socióloga Silvia Bleichmar (1944-2007), que en una entrevista de 2001 lo definió como alguien para quien "la historia argentina empezaba y terminaba en Córdoba" (Benítez, Soubiate & Pernicone, 2001). Volvió al país en 1984 y al año siguiente fue reincorporado a su cargo docente en la Facultad de Filosofía junto con un centenar de profesores que habían sido despedidos a partir de 1974. Falleció en 1988, a los 51 años. En 2012, durante la ceremonia de inauguración de ampliaciones edilicias en el Museo de Antropología de la UNC, el decano de la Facultad de Filosofía, Diego Tatián recordó que Baigorria "fue muy querido por sus estudiantes y tenía un trato amoroso con las palabras", además de poseer la particularidad de que "nunca escribió una línea" sino que "su trabajo tenía que ver con la oralidad, con la docencia, con la transmisión y con la enseñanza" (UNC, 2012).

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