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Injerencias del contexto político en la Escuela de Psicología de la UNC (1973-76)

5.3. Reacción contra la psicología "yanqui"

            Otra de las formas en que el contexto político impactó en el ambiente académico durante el período 1973-76 fue la reacción de agrupaciones estudiantiles contra los docentes considerados "de derecha" o "pro-yanquis", que dictaban materias vinculadas a la psicometría, el conductismo, el "positivismo" y otras corrientes que se asociaban con la influencia de Estados Unidos.

            Alberto Colaski recuerda que por entonces "los estudiantes interrumpían a los profesores para plantearles tal o cual diferencia en relación a lo que se dictaba en clase o a lo que estaba en el material bibliográfico". Dice que los cuestionamientos "apuntaban principalmente al capitalismo y al imperialismo norteamericano" y opina que "ojalá volviera a tomar fuerza" ese tipo de actitudes.

            Grasso coincide en que hubo una fuerte reacción contra los contenidos "pro-yanquis" pero, a diferencia de Colaski, no defiende esos comportamientos sino todo lo contrario. Según recuerda, él debía resignarse a que sus clases empezaran con 20 minutos de demora porque antes debía dar lugar a los grupos de estudiantes que ingresaban al aula para argumentar que "Grasso es yanqui", "representante del imperialismo" y cosas por el estilo ([1]). Esas incursiones, remarca Grasso, eran alentadas por docentes "pretendidamente revolucionarios" como Gerardo Mansur y Néstor Braunstein, y se extendieron hasta el Golpe de Estado de 1976.

            Martínez confirma que "algunos estudiantes consideraban a los psicometristas como defensores a rajatabla de lo que provenía de Estados Unidos", y por lo tanto "los cuestionaban muchísimo y les interrumpían sus clases". También Edgardo Pérez remarca que "sin lugar a dudas" existió un clima de reacción contra todo lo norteamericano.

            Ana Alderete coincide en que "había toda esa discusión" y recuerda un caso particular que refleja ese estado de cosas: "Los estudiantes les exigieron a varios docentes que se pronunciaran en contra de la intervención de Estados Unidos en Vietnam y demás acciones del 'imperialismo'. Algunos se negaron. El profesor Franco Murat, por ejemplo, dijo que de ninguna manera iba a hacerlo".

            Mirotti exhibe una postura muy diferente. No sólo no recuerda la reacción estudiantil contra las materias "pro-yanquis" sino que incluso duda de que tal cosa haya sucedido. Dice textualmente: "Nunca supe que hubiera alguna objeción por el origen o la nacionalidad de los saberes. Quizá hubo en otras cátedras y yo no me enteré. Pero a fin de cuentas, la tecnología psicológica, los libros y las investigaciones venían de Norteamérica o de Europa. Si cuestionabas a la técnica norteamericana te quedabas sin nada" ([2]).

            Mocchiutti coincide con ese diagnóstico y lo retrotrae hasta la propia fundación de la Escuela de Psicología: "Cuando se creó la carrera en 1958 existía el convencimiento de que cabía dotarla de materias que hicieran posible la investigación, como Psicoestadística y Metodología. En ese momento no hubo reacciones contrarias. A fin de cuentas, las asignaturas no tienen ni nacionalidad ni camiseta ideológica".

 

 

5.3.1. El episodio Fogliatto

 

            Un claro ejemplo de la reacción contra "la psicologia yanqui" consistió en un episodio de cierta violencia que ocurrió en el segundo cuatrimestre de 1973 e involucró a un grupo de estudiantes y a la profesora de Metodología de la Investigación, Hermelinda Fogliatto. El hecho tuvo su origen en cuestionamientos ideológicos y también, aparentemente, en disconformidades con los métodos de dictar clases o de tomar evaluaciones. Parece haber sido lo suficientemente recordable como para ser mencionado por la mayoría de los entrevistados.


            "Los alumnos le hacían toda clase de reclamos y después directamente dejaron de ir a las clases. Pero ella iba igual y se quedaba horas enteras en el aula, sin ningún estudiante. Eso pasó durante un mes o dos, hasta que un día los chicos tomaron el aula y le exigieron que firmara una nota de renuncia", recuerda Ana Alderete. Colaski, que fue testigo del hecho, agrega: "Los alumnos le llevaron un papel en la que estaba escrita su renuncia y le dijeron que no la iban a dejar salir si no firmaba. Ella se negó y además sacó a relucir que tenía un hermano que era comodoro en la Fuerza Aérea. La abuchearon mucho por eso". Además, según Edgardo Pérez, fue "rodeada e insultada" por un grupo que "no la dejaba salir y le tiraba papelitos encendidos"; Grasso dice que "le arrojaban cigarrillos en el pelo"; y Colaski asegura que "la pellizcaban cuando intentaba moverse". Al final, según Pérez, "tuvieron que venir los ordenanzas a sacarla". Colaski dice que en realidad fue el decano, Guillermo Beato, el que llegó al lugar y convenció a los estudiantes de que la dejaran salir. Grasso, en cambio, recuerda que la propia Fogliatto le contó que "el decano no intervino, pese a saber lo que estaba sucediendo". Ana Alderete recuerda haber dicho en esa época que "los amigos de Hermelinda, que eran todos de derecha, no hicieron nada por ella", sino que fue auxiliada por un profesor de la Escuela de Letras, Iber Verdugo, que llamó al rector Francisco Luperi, y éste a su vez se comunicó con el decano Beato para pedirle que interviniera. "Al final, ella se fue sin firmar nada. Después la separaron del cargo por un año y al tiempo volvió", completa la profesora Alderete.


            Sobre las causas del episodio, Colaski recuerda que Fogliatto "se manejaba con bibliografía muy positivista y los alumnos empezaron a decirle que diera también otras cosas, hasta que un día se enojaron y decidieron expulsarla". También influyó, aparentemente, el hecho de que "no terminaba de comprenderse lo que ella explicaba". Según Ana Alderete, "ella enseñaba pruebas no paramétricas, una parte de estadística diferencial y algo de diseños experimentales, cuando ya existía toda otra mirada acerca de cómo se debía investigar". Héctor Martínez agrega que los estudiantes "simplemente la acusaban de ser 'pro-yanqui'" y, de hecho, "ella venía a la Facultad en un autazo Impala que había traído de Estados Unidos y lo estacionaba en la puerta del pabellón Francia, a la vista de todo el mundo".

            Cosacov aclara que la materia de Fogliatto "no tenía derivaciones políticas, como otras", pero igualmente "a ella la acosaron mucho porque se había formado en Estados Unidos". Grasso añade que, efectivamente, la doctora había estudiado en Norteamérica y era acusada de ser "pro-yanqui", pero supone que el verdadero motivo de la rebelión eran "sus actitudes algo desconsideradas, bastante soberbias, y su carácter poco adecuado para relacionarse con la gente: a mí no me extrañó que hubiera tenido ese inconveniente con los alumnos".

            Edgardo Pérez invierte el orden de esa explicación: admite que Fogliatto exhibía cierto autoritarismo pero dice que no fue "esa característica de su personalidad" lo que desató el problema sino su formación "en el 'imperio del mal' de Estados Unidos". Pérez confiesa además que le resultó un tanto extraño que ella se haya quedado en la carrera después de ese episodio: "Como docente era muy buena, capacitada, renombrada y exitosa; además tenía una muy buena posición económica y muchos contactos en Estados Unidos. Podría haber enseñado en cualquier otro lado: yo en su lugar me habría ido".


Referencias

[1]   Grasso aclara que la interrupción de las clases por parte de grupos estudiantiles no generaba antagonismos demasiado personalizados: "Colaski, por ejemplo, me llevaba la contra pero tenía buena relación conmigo y la mantuvo después, cuando fue docente. Él era más o menos racional: no era un exaltado, como muchos otros en la izquierda. También había exaltados de derecha, pero eran menos, y menos exaltados".

 

[2]   En realidad, Mirotti admite que los estudiantes interrumpieron muchas veces las actividades académicas (sobre todo cuando él era decano entre 1970 y 1972) pero no entorpecieron nunca el dictado de sus clases.

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